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¿Engorda hacer deporte?

¿Engorda hacer deporte?
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Existe un mito entre los no aficionados al deporte: si deseas perder peso, mejor no hacer ejercicio físico porque aumenta el hambre. ¿Cierto o falso? Las dos cosas.

Es cierto que, después del ejercicio, el cuerpo pide reponer las vitaminas y minerales perdidos por el esfuerzo. Ahora bien, ese hambre no debe saciarse con cualquier cosa. Si te lanzas a por un KitKat, un zumo repleto de azúcares o una bolsa de patatas fritas, recuperarás las calorías perdidas y alguna más. Pero… ¿y si recurres a un sándwich de pavo, una manzana u otro alimento saciante y rico en fibra, como los higos?. Una adecuada hidratación con agua, reduce el apetito. Por ello, los expertos insisten: se trata de educación.

EL HAMBRE CONTROLADA: «El organismo detecta el gasto energético producido por el ejercicio y, al instante, pone en marcha un mecanismo de recuperación que pueden predisponer a comer más». ¿Entonces el “gym” despertará a la fiera comilona sin remedio? «No, en unas semanas de entrenamiento regular –siempre y cuando mantengas una alimentación equilibrada-, los niveles de ghrelina (hormona que aumenta el apetito) disminuirán y los de leptina (hormona supresora del apetito) aumentarán, por la desinflamación producida por la pérdida de grasa».

Los expertos coinciden en que el tratamiento de la obesidad no tiene futuro si no se acompaña de una adecuada reeducación alimentaria. ¿Y si haces mucho ejercicio y no cuidas lo que comes?, seguirás gordo, pero en mejor forma física. El deporte siempre es aconsejable. Mejora la postura, reduce los dolores en articulaciones, beneficia el sistema nervioso y cardio-respiratorio y libera endorminas, la hormona de la felicidad. Y para cerrar el círculo, ¿se puede adelgazar solo con dieta? Si, con régimen bajo en grasas…¡y levantándose del sofá!

¿Qué pasa con esos que dicen que después del ejercicio, se mueren de hambre?. La solución es comer. El quid está en la cantidad de azúcar que tenemos en sangre. Cuando no comes suficiente, falta azúcar en sangre, y el cuerpo destruye tejido muscular para obtener energía, además de mandar señales de alarma en forma de hambre. La comida no debe sobrar, pero tampoco faltar. Eso se consigue repartiendo las ingestas a lo largo del día. Conclusión: comer siempre antes de entrenar. Y tener algo listo para después. ¿Lo mejor? Una pieza de fruta o un batido de proteínas.

Para adelgazar o engordar no solo importa lo que comes, sino cuándo lo haces. Si comes demasiado (grasa o azúcar), aportas tanta energía de golpe que, incluso haciendo ejercicio, el cuerpo no es capaz de consumirla. Por eso es importante comer en función de lo que vayamos a hacer. Si vas a dormir la siesta, mejor no pasarse. Si no has comido nada en las últimas horas, el cuerpo tirará del músculo para conseguir la energía. Esto se llama catabolismo y es el culpable de que muchos obesos no dejen de serlo porque comen mucho, si bien solo dos veces al día. Destruido el tejido, ese músculo deja de consumir energía, ya no la necesita.

Para aumentar el tejido muscular y elevar el gasto metabólico, y que tu cuerpo no almacene grasa, no es necesario acabar extenuada sobre la elíptica. Más bien al revés. El ejercicio más indicado para elevar el metabolismo es la tonificación muscular.

Fuente: Grazia

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